Pero todo no es color de rosas y nuestro sol amarillo dentro del universo morado, cuando los facultativos nos decían que ya pronto lo tendríamos de vuelta, apagó su luz. Entonces la lluvia no solo ha mojado nuestro suelo, sino que ya nuestros rostros se han humedecido. Sí, los rostros de aquellos que valoramos los mejores, esos mejores que luchan con el sol de frente y la luz divina cuidando su espalda para que ninguna sombra se refleje a su alrededor.
Adiós Miguel, adiós a nuestro sol, solo nos queda esperar que el ciclo lógico de la naturaleza nos traiga un nuevo sol o vivir en la eterna oscuridad que nos ha asechado siempre. Ya lo dijo Pedro Guerra en su canción "Se van los mejores".
Se van los mejores
Calmando el dolor de vivir
Detienen el curso de andar y escribir
Se van lo mejores
Hinchado de lluvia y amor
Se apaga el latido de su corazón
Se quedan aquí aunque se van
Nos queda el vacío de la felicidad
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