Auto-perdida

La semana pasada luego de hacerle entender por un momento a una amiga que los jefes son nuestros padres, sin importar que tanto se parezcan al que se hacia llamar de este modo y que maldijo mi nombre por 31 años eternos en la historia dominicana. Tuve el encuentro de algunos vecinos que buscaban un niño perdido lo que me hizo integrarme al equipo de búsqueda o más bien de teorías, las cuales me fueron todas refutadas.

Mi primera impresión fue que al niño le habían amenazado con darle una pela por alguna travesura, teoría que hacerte al momento de cuestionar precisamente a la amenazante. Recordé mis tiempos de niñez y teoricé sobre los posibles lugares que se podía encontrar el niño sin embargo me refutaban una y otra vez. Cansé mi mente y cerebro a eso de las 3:30 a.m. los familiares duraron hasta las 6:00 a.m. cuando el niño apareció llorando, por haberse quedado dormido en un cuartito donde guardan los tanques de gas, escondiéndose para no recibir su castigo.


Le traje esta historia, a propósito de algunas cosas que he visto pasar a un amigo que no tiene que ver exactamente su caso con este pero si la esencia que llevó a este niño a esconderse. Era el hecho de no recibir su castigo por sus hechos.

¿Cuantas veces nos hemos escondido al mundo por no aceptar nuestros errores?
¿Cuantas veces preferimos ignorar algún amigo o familiar por un tiempo, por no pronunciar la palabra perdón?

He llamado esto la auto-pérdida, porque por orgullo perdemos nuestra capacidad de ser honestos con nosotros mismos y con los demás, situación que nos lleva a perder a seres cercanos.